Son lesiones anatómicas de una o varias de las cuatro cámaras cardíacas, de los tabiques que las separan, o de las válvulas o tractos de salida (zonas ventriculares por donde sale la sangre del corazón) de origen congénito (de nacimiento) cuya causa exacta se desconoce.
Afectan en promedio a 1 de cada 100 recién nacidos vivos a nivel mundial. En 2019, el número de nacimientos registrados en México alcanzó los 2,09 millones, por lo que nacieron 20,900 niños con alguna cardiopatía. De estos pacientes la mitad requerirá algún procedimiento antes del año de edad. Se trata de un problema de salud con afección directa de los pacientes y de las personas que lo rodean.
Una cardiopatía congénita no diagnosticada puede ser un problema serio y, a diferencia de lo que ocurre con otros órganos, con un corazón enfermo la situación clínica de los niños pequeños, en especial los recién nacidos, puede cambiar rápidamente, agravándose en pocas horas o días.
La detección médica de las cardiopatías se puede realizar durante la vida fetal en su mayoría o en los primeros días, semanas o meses del nacimiento, de forma que muy precozmente se puede planificar el correspondiente tratamiento médico o quirúrgico. La gran mayoría de las cardiopatías congénitas es susceptible de una corrección total y definitiva o casi definitiva, permitiendo que el niño disfrute de una vida también completamente normal o casi normal.
Hay más de 50 tipos diferentes de lesiones. Sin embargo, con mucha frecuencia se combinan varias de ellas en un mismo niño, de modo que ciertos nombres de cardiopatías engloban realmente varias anomalías, como es el caso de la Tetralogía de Fallot. No existe, sin embargo, necesariamente, una relación directa entre el número de lesiones asociadas y la gravedad del caso.

